He fumado durante 20 años
y no ha sido una elección libre. Además de los antecedentes
familiares, que siempre tienen su cuota de incidencia, he sido
inducido de manera perversa por la publicidad desde niño. Entre las
“propagandas” de la tele que mejor recuerdo hasta ahora están
las del jinete de Marlboro y la del motociclista de Lucky Strike, con
la canción de Bon Jovi de fondo incluida.
La publicidad de productos
tan altamente perjudiciales como el cigarrillo debería estar
prohibida en horarios de “protección al menor”. Por supuesto,
también la cartelería callejera. Siguiendo con el relato de mi
propia experiencia, ese mismo motociclista de Lucky Strike siempre se
me aparecía camino a la casa de mi abuela, sobre la avenida España
y San Martín, en el giro en dirección a Sacramento. Además de las
advertencias sobre los daños en la salud en las cajetillas, las
presentaciones deben ser uniformes y opacas, pues los diseños
llamativos son un poderoso elemento de iniciación en los
adolescentes.
Sé que todo esto que digo
es inútil. Yo mismo he escuchado durante años tantas advertencias y
nunca he prestado atención a ellas. Pero si al menos me hubieran
dicho que el cigarrillo también afecta gravemente los ojos quizá no
hubiera hecho oídos sordos, por lo que el relato de mi experiencia
podría ayudar a alguien. Ya he perdido un ojo y debo extremar los
cuidados y atenciones al que me queda para postergar la inexorable
ceguera a la que estoy destinado. Cuando me diagnosticaron glaucoma,
lo primero que el oftalmólogo me preguntó no era si fumaba, sino
hace cuánto tiempo lo hacía. Su sentencia inapelable fue que el
tabaco era la causa principal. Por supuesto, habrá otras, sin duda,
como los factores genéticos, ya que hay varios antecedentes de la
misma enfermedad en mi familia. Y también he hecho muchas otras
cosas.
No me quejo de mi suerte. Gracias a esto he dejado de fumar, que es una de las mejores cosas que he hecho. Mi cuerpo ha demostrado una sorprendente capacidad de resiliencia. Hago diariamente varios kilómetros en bicicleta y otros deportes con la debida precaución.
También escribo esto contra la complicidad criminal del silencio y porque haber dejado de fumar ha generado varios malentendidos. Siempre me alejo o me retiro cuando alguien prende un cigarrillo, una reacción que ya ha molestado a varias personas. De paso pido disculpas a todos a quienes les he fumado en la cara. Y también escribo esto para repudiar la nueva trampa de la industria tabacalera, los vaps, el engaño del fumar que supuestamente reduce los daños, pero lo único que ha hecho es iniciar en el hábito a quienes nunca antes lo habían hecho.
Ahora más que nunca
valoro lo que es despertar cada mañana, abrir los ojos y ver. Esta
es una razón suficiente para ser feliz y ya nada es capaz de ponerme
mal. No sé hasta cuándo podré ver y debo aprovechar el tiempo.