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Sara Raquel Chaves (internet) |
–¿Cuál es la
implicancia ética que conlleva la traducción y publicación de
textos esotéricos, tal como lo hizo León Cadogan con el Ayvu
Rapyta?
–León
Cadogan era un etnógrafo, y el etnógrafo reúne datos, describe,
explica, analiza. Él enriqueció el acervo cultural de la humanidad
porque abrió la posibilidad de un estudio comparativo de los tesoros
místicos. Y eso nos enriquece porque en el fondo está demostrando
la unidad del espíritu humano.
–La pregunta viene
principalmente por el episodio que sucedió luego de la publicación
y las disputas internas que generó la divulgación de las
tradiciones secretas a personas ajenas a la comunidad.
–En
muchas tradiciones, incluso en el primitivo cristianismo, había
rituales y prácticas iniciáticas, o sea que muchas enseñanzas que
concedían poder no se podían dar a cualquiera. Tenía que ser una
persona que las utilizara de una manera inegoísta, no para obtener
poder. Habrá habido quejas. Hay religiones como el islam que ni
siquiera dan la mano a los infieles, no quieren compartir nada, ni
siquiera la mano. Por lo tanto es lógico pensar que en algunas
culturas se considere que pierdan eficacia. En algunas culturas
ciertos conjuros pierden eficacia si son dados a conocer. Pero yo
creo que eso tiene que ver mucho con técnicas de poder. Por ejemplo,
en el hinduismo se cree que ciertos ritos te dan poder, y sobre todo
en la religión egipcia. En las iniciaciones egipcias no se podía
dar conocimientos de poder a personas que tenían mucha negatividad
en sí porque la iban a utilizar para el mal.
El
Ayvu Rapyta es un tesoro condensado y las circunstancias de que haya
sido por gratitud, ya que no fue una simple entrevista en la que un
informante responde a las preguntas de un etnógrafo (...). Es más
que un trabajo de etnografía.
–¿Cuál es su
lectura del mito de la Tierra sin Mal?
–Era un viaje en una
dimensión física, entendían que querían alcanzar el gran mar. Es
como un arquetipo, es un viaje hacia la perfección espiritual. Creo
que implica una semilla que está latente entre nosotros. Ahora la
gente para lograr un bienestar material, muchas mujeres se van a
España (...). La gente se va buscando su Tierra sin Males. Pero yo
creo que ese es el camino, ese es el verdadero sendero iniciático, y
tendrá sus aspectos secretos. El camino lo tiene uno, es un camino
de perfeccionamiento individual. Y esa es para mí la solución,
porque no creo en los cambios externos, no creo en las ideologías.
Ya tenemos el ejemplo de lo que han hecho los capitalistas y los
marxistas, las sociedades, digamos, industriales. Vamos a superar el
impasse ideológico. Las sociedades industriales son las causantes
de la devastación, en menos de 300 años quedó devastada la Tierra.
Imagínese hasta dónde desembocó el delirio de poder y el delirio
de la codicia. Desembocó en que los recursos naturales están a
punto de colapsar. Quiere decir que tiene que haber otra manera de
vivir, más acorde con la que querían estos grupos guaraní, que
buscaban algo mejor, una tierra donde el mal no esté presente. El
mal parece que es la sociedad industrial.
–¿El sentido de las
migraciones podrían explicarse según motivaciones económicas en
cuanto a que el desplazamiento era forzado por la agricultura
rotativa y por la economía de recolección?
–Sí, por supuesto,
tiene validez eso. Yo no sé si todos los indígenas eran forrajeros,
es decir cazadores, pescadores, recolectores. También había
horticultores, o sea los que practicaban la roza. Eran grupos
móviles porque después de unos años cambiaban el sitio donde
practicaban la horticultura, porque los agricultores ya son estables,
ya no se mudan, ya no hacen sus famosos viajes. Creo, sin embargo, en
un componente espiritual. ¿Para qué se irían tan lejos? Si tenían
muchas tierras fértiles, unos cinco años después ya se renuevan,
siete años, digamos, ya la tierra puede ser cultivada nuevamente.
Todos eran horticultores con tierra. Ese era el paisaje económico.
Pero yo creo que el mito
tiene un componente religioso. Porque los chamanes los guiaban. Iban
en un estado de exaltación espiritual, iban cantando y rezando; así
me dijeron algunos nativos con los que hablé. Ellos llegaron al
borde de la Tierra sin Males, porque ellos creían parece que estaba
más allá del gran mar, sería África, no sé. Habría que
relacionar si no había grupos muy antiguos que tenían recuerdos de
la tierra originaria. Según la doctora Susnik, los guaraníes eran
protomalayos que cruzaron el estrecho de Bering, o sea que no sé qué
vestigios, qué legados culturales recibían los guaraníes. Pero
creo que hay un componente espiritual. La migración tenía que haber
estado sostenida por algo más, porque pasaban hambre y morían.
–¿Qué piensa sobre
lo que plantean algunos investigadores, como por ejemplo Hélène
Clastres, sobre el hecho de que las migraciones oponían a los
líderes religiosos con los políticos. En un sentido más general,
¿el mito retrata efectivamente antagonismos entre las fuerzas
políticas y religiosas?
–Sí,
es probable. Son estudiosos muy serios (...). Mi interpretación es
que los chamanes en un estado exaltado de cantos y de rituales se
preparaban en oración. Y eso tiene equivalente, es la historia de
los viajes. ¿Acaso los judíos no se lanzaron en la búsqueda de la
tierra de la leche y de la miel? ¿Y quién los guiaba? Moisés. Yo
pienso que esos grandes desplazamientos en el espacio tienen
motivaciones básicas. Claro, la interpretación es materialista.
Pero, ¿será que podemos juzgarlos solamente por interpretaciones
materialistas? Los guaraní eran un pueblo metafísico.
–¿Puede decirse que
la Tierra sin Mal es una alusión metafórica, tal como planteaba
Clastres, a la sociedad sin Estado?
–Bueno,
los guaraní nunca llegaron a tener Estado. Y toda su cosmovisión
era producto de una sociedad igualitaria, donde evidentemente había
jefes políticos. Los que emprendían estos viajes podrían ser
calificados de agricultores, porque entre los horticultores los jefes
no tenían tanto poder político. Entonces, no sé qué riñas
políticas tan profundas los moverían. Yo pienso que la dimensión
espiritual estaba presente en ellos. Y que ellos eran capaces de
vislumbrar ese viaje al paraíso que está presente en tantas
culturas. Es un legado. Inclusive en el cristianismo. Usted le
pregunta a un cristiano hoy en día y va a creer que va a llegar a un
estado de perfección post mórtem. Las tradiciones budistas, por
ejemplo, nos dicen que el estado de perfección debe ser alcanzado
acá. La felicidad, la iluminación pueden ser acá. Es aquí y en
el ahora, en el eterno presente.
–Hay una dimensión
material si vemos que en la Tierra sin Mal el maíz crece
espontáneamente, las flechas se disparan solas para proveer los
productos de la caza.
–Jung
habla de los arquetipos. ¿Por qué el paraíso o un sitio donde el
mal esté superado está presente en tantas culturas? ¿Será un
arquetipo? Para mí que es un motor espiritual. Ahora, mi concepción
es que el paraíso es interior, primero, y luego se traduce. (...)
Ese cúmulo de perfección debe ser alcanzado por uno mismo. Esa es
la perfección, esa es la evolución humana, que es interior. ¿Qué
evolución humana vamos a tener si dominan nuestras emociones
destructivas? Como por ejemplo, el odio.
Entonces
yo digo que esa perfección, que esa Tierra sin Males se va a
instaurar cuando nuestro territorio esté libre de emociones
destructivas. Porque, como decía un poeta romántico alemán, lo que
está adentro está afuera. Yo creo que el paraíso de los guaraní,
La Tierra sin Males es nuestra capacidad de derrotar y dominar
nuestras emociones destructivas. Reconocer que somos capaces de ser
grandes dictadores o grandes capitalistas codiciosos capaces de
llevar a una gran crisis mundial (...). Primero la gente tiene que
cultivar su Tierra sin Mal y luego externamente podrá haber una
Tierra sin Mal, sin necesidad de ir en grandes migraciones.
–¿Qué quiere
significar o qué busca (o buscaba) un nativo cuando dice que parte
rumbo a la Tierra sin Mal?
–Creo
que es una búsqueda temporal, pero también tenemos que hacernos una
pregunta: ¿era solamente una búsqueda espacial? O sea que recorrían
un espacio. Ahora, ¿sería también la búsqueda interna? ¿ Habría
ahí un tiempo sicológico? Ahí tenemos que recurrir a las
traducciones. Porque a lo mejor ellos no daban a conocer la parte
interna de ese viaje en pos de la Tierra sin Mal, la parte
espiritual, el contacto con la divinidad (...). Ahí entra, no digo
la doctrina, sino las técnicas. No es algo muy especializado, no se
puede hablar de un corpus de creencias, sino de los rituales. Yo creo
que había un viaje interior, en toda experiencia espiritual el viaje
es interno.
–¿Cuál sería el
significado sociorreligioso de la antropofagia, el simbolismo o la
función que encerraba?
–Yo pienso
que es el apropiarse, una interpretación muy clásica. La
apropiación de las virtudes del coraje, del valor. Siempre se le
atribuyó la intención de apropiarse de cualidades como el valor y
el coraje de aquellas personas. Creo que es Melià el que dice que
los preparaban tanto tiempo, claro era un antropofagia ritual (...).
No quisiera darle la interpretación occidental, de la venganza, de
la ley del Talión (...). Hay que trabajar sobre el concepto del
sacrificio, ese es un concepto muy elemental. Yo creo que el
sacrificio es un intercambio energético. Es un hacer sagrado (...).
Yo hago esto para recibir aquello. Era una forma de restablecer el
equilibrio.
–¿De qué manera
podría resumirse en términos generales la función y el efecto que
ejercía el mito sobre el orden social?
–Yo
creo que era algo, no digo desesperado, pero era algo exaltado el ir
de viaje. Entonces, a lo mejor revitalizaba el culto y por ende al
grupo social, que buscaba un estado de conciencia diferente en un
ámbito espacial, porque parece que no podemos eludir el término
espacio. Parece que era una tierra, digamos, material. Pero había un
estado ahí exaltado de conciencia. Quizás era un forma de pensar
que en un nuevo entorno las cosas cambiarían. Pero la interpretación
que yo hago, poética desde luego, con todas las licencias del caso,
es que en realidad se buscaba la hermosa tierra que está en nuestra
conciencia, era la búsqueda de una nueva conciencia. Que es la
búsqueda desesperada de nuestra sociedad occidental, porque si
seguimos como estamos, tan destructivos, no habrá ni siquiera
espacio en que podamos vivir. Entonces, la búsqueda ya no va a ser
posible.
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