Al
cumplirse un año de la masacre de Curuguaty, el pasado sábado 15 de
junio se realizó una reocupación simbólica y se plantaron árboles
en homenaje a las víctimas.
Los familiares de víctimas encabezaron el recorrido hasta el campamento donde se plantaron árboles en memoria de los fallecidos. |
Un
cerco policial bloqueaba la entrada de lo que fue el campamento de la
ocupación. Encapuchados y con poderosos fusiles M16, entre otras
armas, la fuerza disuasiva parecía inexpugnable. El amedrentamiento
sicológico con la ostentación de semejante poder de destrucción
bélica parecía suficiente para hacer desistir a la comitiva de sus
propósitos. ¿Y cuáles propósitos?: rendir un sentido y pacífico
homenaje a los fallecidos con la plantación de árboles como símbolo
de germinación de la vida.
“Pehechuka
la documento he’íva ko Marina Cue privadoha ha rosêta ko’águi
(muestren el documento que diga que Marina Cue es privado y vamos a
salir de acá)”, exclamó un poblador. Algo parecido reclamaron
hace un año los miembros de la ocupación recibiendo como respuesta
lo que precisamente motivó el acto que nos reunió el pasado 15 de
junio en Yby Pytã, la tierra roja teñida aún de la sangre y el
dolor por los caídos en la lucha.
Como la guerra. Así esperaron los policías la llegada de la pacífica marcha. |
La
decisión era firme. Sin los documentos no iban a impedir que se
honre la memoria de los mártires, “quienes ofrecieron sus huesos
en aras de la libertad”, rememoraron. Como aquella vez, las
autoridades no pudieron exhibir ningún documento que acredite los
derechos de Campos Morombí.
“Koãga
jahata jaike amo ñanemitÿ porque péa ñande rembiapo chokokue
maymáva… Ja mbyasy ñande rapicha kuéra huvy ñehê va’ekue ha
huvy kuéra ndaikatúi opyta rei, ndaikatúi ñane rasê reívo.
Ñande vy’a ñande rembiapo porque ñande vy’a rupive jajapo avei
la lucha. Ñande jotopa, ñande purahéi, nañde jeroky, umía rupive
jajapo avei jahávo ñande tape pyahurã (ahora vamos a entrar a
cultivar porque ese es nuestro trabajo de campesinos. Si bien
lamentamos la sangre derramada de nuestros compañeros, eso no puede
quedar en vano, no podemos llorar en vano. Nuestro trabajo es la
alegría porque a través de nuestra alegría hacemos también la
lucha. Con nuestro encuentro, nuestro canto, nuestro baile vamos
construyendo un nuevo camino), había exhortado antes de partir en su
melódico guaraní Perla Álvarez, de la Articulación Curuguaty.
“Marina
Cue, pueblo mba’e. Marina Cue, pueblo mba’e… (Marina Cue es del
pueblo)”, fue el estribillo coreado al unísono por el millar de
personas que atravesaron los campos ya preparados para la soja, los
esterales y las rampas de madera hasta llegar al escenario con la
inquebrantable determinación de esparcir las simientes de la vida
contra la muerte propagada por el latifundio.
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Un árbol por cada caído. El símbolo del nacimiento de la vida como antítesis de la muerte. |
La
primera especie plantada fue un yvyrapytã. Así, a medida que se
echaba tierra sobre cada planta se pronunciaba el nombre de cada uno
de los fallecidos con la multitud respondiendo ¡presente!
Luciano
Ortega… ¡presente! Luis Paredes… ¡presente! Fermín Paredes…
¡presente! Adolfo Castro… ¡presente! Avelino Espínola…
¡presente! Arnaldo Ruiz Díaz… ¡presente! Ricardo Frutos…
¡presente! Delfín Duarte… ¡presente! Francisco Ayala…
¡presente! De los Santos Agüero… ¡presente! Andrés Riveros…
¡presente! Las madres se desgarraban en llanto.
Uno
de los momentos cumbre fue la evocación a Vidal Vega, testigo clave
del caso asesinado meses después en su domicilio. “Vidal Vega dio
su vida por esta causa luego de la masacre. A pesar de las amenazas,
él continuó colaborando con la investigación para explicar cómo
estaba la causa y los trámites de las tierras de Marina Cue. Fue una
quema de archivo”, recordaron. “Vidal Vega… ¡presente!”, se
escuchó nuevamente.
Tampoco
faltó la evocación a los policías. El presidente de la Comisión
de Víctimas del caso Curuguaty, Mariano Castro, señaló que en el
lugar estaban presentes policías que torturaron a sus hijos, pero
aseguró que no les guarda rencor. “Mboriahu familia ojeraha de
policía oataka haguã hapicha campesino” (hijos de pobres son
llevados para ser policías a fin de atacar a sus iguales
campesinos)”, añadió al tiempo de lamentar que no se haya
investigado hasta ahora la muerte de los labriegos.
Por
último, un naranjo fue plantado en nombre de los que acampan al
costado de
la ruta por las principales reivindicaciones del caso: la
libertad de los campesinos presos e imputados, el esclarecimiento de
la masacre, la indemnización a los familiares y víctimas así como
la titulación de las tierras para la reforma agraria. Asimismo, se
hizo extensivo el homenaje a quienes se movilizarán y acompañarán
esta semana la reanudación de la audiencia a los procesados, cuyo
desarrollo está fijado para los días miércoles 19, jueves 20 y
viernes 21 de este mes, con la grave irregularidad de no haberse
resuelto aún la cuestión de la titularidad de las tierras.
Altar en recordación a los caídos. |
Al
empezar a desandar el camino, entre aclamaciones a la olla popular
que bullía en el campamento, la multitud reiteró con renovada
convicción la máxima que sustenta esta lucha: “Marina Cue, pueblo
mba’e”.
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