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Agustín Barrios, el guitarrista clásico paraguayo más importante de todos los tiempos.
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Tras realizar una gira por Brasil en 1929, entre 1932 y 1934 hizo presentaciones en varios países latinoamericanos y europeos. En 1939 aceptó la invitación del presidente salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez de radicarse definitivamente en el país centroamericano, donde ejerció la docencia en el Conservatorio Nacional de Música de El Salvador.
En 1944 un infarto acabó con su vida a los 59 años de edad y fue sepultado en el Cementerio de los Ilustres. Sus restos fueron declarados patrimonio nacional en 1985, por lo que, a pesar de los diversos intentos a nivel gubernamental en el Paraguay con vistas a repatriar sus restos, todas las tentativas han fracasado debido a este blindaje legal.
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La tumba de Mangoré fue declarada patrimonio nacional salvadoreño en 1985. Foto: Roberto Valencia |
El redescubrimiento
Antes de que en las postrimerías del siglo pasado y el inicio de este su obra fuera revalorada en nuestro país gracias al trabajo de notables intérpretes como Cayo Sila Godoy, Felipe Sosa, Berta Rojas, Luz María Bobadilla, entre otros, la obra de Barrios era ciertamente poco conocida en el Paraguay.
Sin embargo, para la primera década de este milenio ya se habían realizado varias exitosas ediciones del Encuentro Internacional de Guitarra Homenaje a Agustín Barrios Mangoré, así como el concurso Barrios WorldWideWeb. En su primera edición, en el 2009, el premio del jurado se lo llevó el brasileño Glauber Rocha, en tanto que en la categoría de video más votado hace su primera aparición pública importante Juan Duarte, por entonces con 25 años.
Profesor superior de guitarra clásica por el Conservatorio Nacional de Música, Duarte cuenta que su primer contacto con Mangoré se dio cuando tenía 12 años, específicamente una tarde en el patio del Instituto de Bellas Artes. Mientras se dirigía al salón para la clase del día con el profesor Eduardo Benítez, se encuentra con que este estaba sentado en el patio ensayando unos acordes en la guitarra.
Por alguna razón las clases fueron suspendidas y para romper el letargo del calor asunceno se puso a tocar varias piezas de Barrios al hilo. El joven aspirante a músico quedó deslumbrado con “Las abejas” y otras piezas. A partir de allí Barrios dejaría en él una impronta profunda que aún perdura siendo, de hecho, la influencia más importante en su formación y producción musical.
Duarte explica al respecto que “el espíritu de esta obra es recopilar el tesoro de la música paraguaya” y además es una suerte de continuum de la “Guitarra paraguaya” de Felipe Sosa. En este material discográfico Sosa interpreta a Barrios y Quirino. “A su vez, yo toco obras de estos autores, además de las del propio Felipe”, sintetiza Duarte.
Posteriormente, en el 2015 en un concierto realizado en la sala Baudilio Alió del Teatro Municipal presentó “Panambi raity”, que es una danza en homenaje a la “Danza Paraguaya” de Mangoré. La composición, que tiene contrapuntos y movimientos floridos, es un tributo al gran maestro que ejerció una profunda influencia en su escritura musical.
Más recientemente, en el 2020, ya en plena pandemia, ofreció a su público “Estaciones”, en formato exclusivamente digital, que presenta obras que fusionan el 6/8 tradicional de la música paraguaya con matices armónicos y momentos musicales contemporáneos con un repertorio que incluye un vals venezolano y otros ritmos populares latinoamericanos.
El arribeño
Como fruto de su contacto con la música de nuestro país, Durrant grabó tres discos a los que califica como puramente “paraguayos”. En primer lugar, “The number 26 bus to Paraguay”, que rinde tributo a sus piezas preferidas de Mangoré: “Cueca”, “Mazurka apasionata”, “Danza paraguaya”, “Aire de zamba”, “Maxixe”, “Un sueño en la floresta”, entre otras.
La serie continúa con “Hijo de Hombre”, que entre el acervo de Barrios incluye el “Vals opus ocho, No. 4”, los tres movimientos de la “Catedral” (Saudade, Andante religioso y Allegro solemne) y “Una limosna por el amor de Dios”. La selección se completa con “Gato Polkeado”, “Tarentelle” y “Florinda” de Quirino Báez Allende; “Villa Alondra” de Felipe Sosa; “Newcastle to Peterborough/Neike Javy’a” y “Cacique Jeroky” de Kike Pedersen, además de una obra propia, “Apretón de manos”.
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Richard Durrant y Juan Duarte, en la previa de un concierto realizado en Asunción en 2013. |
El álbum incluye también “Jha che valle” de Barrios, “Our man in Asuncion” –variaciones de “Madrigal Gavota”, “Recuerdos de Ypacaraí” de Demetrio Ortiz; “Vuelo de luciérnagas”, “Melodía para Rosemary” y “Margaret” de Kike Pedersen; “El Cóndor pasa” de Daniel Alomía Robles y de su autoría nos ofrece “The Girl at the airport 1 y 2”, “Night Flight to Lima” y “La Isla del Paraguay”.
Además de ello, Durrant editó un libro titulado “The number 26 bus to Paraguay”, que fue publicado en el 2016 y que reúne pasajes biográficos, fotografías y partituras de cinco músicos paraguayos: Agustín Barrios, Quirino Báez Allende, Juan Duarte, Kike Pedersen y Felipe Sosa. El compilador también presenta obras de su autoría en las que resulta patente la influencia de los cultores de la guitarra clásica paraguaya.
En uno de los mejores momentos del libro, Durrant habla sobre un encuentro frustrado con Barrios en el Hotel del Lago de San Bernardino. Fue en 2011 durante su primera visita al país, cuando dictó una conferencia y ofreció una audición en el mencionado hotel, hospedaje y escenario de memorables conciertos de Barrios en los años veinte.
Según el relato del autor, una noche despertó, sintió la presencia del maestro que tanto le había inspirado y enseñado, por lo que se levantó y bajó las escaleras rumbo al bar convencido de que se encontraría con ese great man y a quien tenía tantas preguntas que hacer.
Pero el bar estaba desierto y cayó en la cuenta de que llegó ochenta años tarde. A la mañana siguiente el fallido encuentro le hizo escribir una breve pieza musical, “Apretón de Manos”, cuyo manuscrito original dejó en una vitrina del hotel en caso de que Barrios volviera a pasar por allí.
Sea una anécdota real o no, bien vale la ocurrencia literaria. Durrant, a más de ser uno de los más vibrantes intérpretes de la música paraguaya, con su libro nos propone un fascinante periplo a través de una diversidad de paisajes sonoros.
Durante su última visita en 2017, Richard grabó un emotivo y divertido video sobre ese viaje. Además de los conciertos que brindó, narra su visita al lago Ypacaraí, el encuentro con sus amigos, sus paseos por el centro de la capital y brinda una interpretación de "El último canto" en la plaza Uruguaya a manera de un hasta luego que esperemos pronto pueda concretarse.
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