Con motivo del Día del Músico, que se conmemora el 22 de noviembre, quiero rendir un homenaje al guitarrista clásico paraguayo Juan Duarte, un heredero y continuador de la herencia musical de Agustín Barrios.
De ser guitarrista de la banda villaeliseña de heavy metal Over Dreams, que debutara en la escena en aquellos pioneros festivales Lamentando el 2000 de los años noventa, Juancho, como lo conoce la mayoría, pasó luego a convertirse en un virtuoso de la guitarra clásica, tanto en su calidad de intérprete como compositor.
Juan Adolfo Duarte González nació en Asunción el 30 de mayo
de 1984, aunque desde muy pequeño fijó residencia junto con su familia en la
ciudad de Villa Elisa. En el 2004 compuso una obra en homenaje a este distrito
con la cual ganó el segundo premio de un concurso organizado por la Academia
Olímpica Paraguaya. De esta forma, cuando contaba con apenas 20 años, irrumpió
ante el público en su nuevo rol con una muestra de talento y técnica depurada formada
a lo largo de intensos años de estudio en el dominio del instrumento.
Posteriormente, en el 2009 ganó el premio al video más
votado de la primera edición del concurso Barrios WorldWideWeb, organizado por
la prestigiosa guitarrista paraguaya Berta Rojas, por su interpretación del
“Allegro sinfónico” de Agustín Barrios. En ese mismo año se recibió de profesor
superior de guitarra clásica en el Conservatorio Nacional de Música, recibiendo
la medalla de honor por su excelente desempeño académico.
Duarte cuenta que su primer contacto con Mangoré se dio
cuando tenía 12 años, específicamente una tarde en el patio del Instituto de
Bellas Artes. Mientras se dirigía al salón para la clase del día con el
profesor Eduardo Benítez, se encuentra con que este estaba sentado en el patio
ensayando unos acordes en la guitarra. Por alguna razón las clases fueron
suspendidas y para romper el letargo del calor asunceno se puso a tocar varias
piezas de Barrios al hilo. Una de ellas fue “Las abejas”, ante la cual el joven
aspirante a músico quedó deslumbrado.
Así, Barrios dejaría en él una impronta profunda que aún
perdura siendo, de hecho, la influencia más importante en su formación y
producción musical. A esta fuente se añade el amplio acervo de la música
paraguaya a través de una “búsqueda y estudio constante de nuestro lenguaje
siguiendo la línea de maestros que desde tiempos atrás han sobrellevado la
inmensa tarea de identificarlo para luego expresarlo musicalmente”, precisa.
Intérprete y autor
Duarte es autor de tres discos, el primero de ellos en
carácter de intérprete. Se trata de “La guitarra en Paraguay. Compendio de
obras paraguayas para guitarra clásica”, que fue presentado en el 2012 en el
auditorio Manuel de Falla del Centro Cultural de España Juan de Salazar (CCEJS)
y en el que ofrece obras de Agustín Barrios, Quirino Báez Allende y Felipe
Sosa.
Al respecto explica que “el espíritu de esta obra es recopilar el tesoro de la música paraguaya. Por ejemplo, Quirino, contemporáneo de Agustín Pío Barrios, es un músico cuya memoria no está lo suficientemente valorada. Es más, permanece injustamente como en las sombras. Pero ahora hay un despertar del interés hacia su obra y está figurando cada vez más en los programas de conciertos”, señala y luego añade que su disco es una suerte de continuum de la “Guitarra paraguaya” de Felipe Sosa. En este material discográfico Sosa interpreta a Barrios y Quirino. “A su vez, yo toco obras de estos autores, además de las del propio Felipe”, sintetiza.
Las composiciones incluidas en este disco son: “Danza
paraguaya”, “Londón karape”, “Ha che Valle”, “Julia Florida”, “Villancico de
Navidad” y “Las abejas” de Agustín Barrios; “Frenesí”, “Oración”, “Tus
recuerdos”,”Villa Alondra” y “Suite paraguaya - Amo a mi patria”, de Felipe Sosa;
“4 de junio”, “Cariño maternal”, “Fortín Vanguardia”, “Fortín Isla Po’i”, de
Quirino Báez Allende.
Alegoría de una búsqueda
Luego, en el 2015, en un concierto realizado en la sala
Baudilio Alió del Teatro Municipal lanzó “Panamby raity”. Sobre la obra que le
da el nombre a su segundo disco, acota que “Panambi raity” es una danza en
homenaje a la “Danza paraguaya” de Mangoré. La composición, que tiene
movimientos floridos y contrapuntos, es un tributo al conjunto del legado
mangoreano que ejerció una profunda influencia en su formación y escritura
musical.
Respecto al sentido del título refiere que “se trata de la alegoría de una búsqueda, principalmente de transformación de la vida y de los sueños. Para muchas culturas el panambi (mariposa) simboliza la metamorfosis, el transitar de un huevo, a una larva, a un capullo que luego adquiere alas y vuela. También hay una intención de sacudir la quietud, retomando esa famosa figura de que el aleteo de una mariposa puede generar un tsunami al otro lado del mundo”.
Además del proceso personal, Duarte subraya la importancia
del raity (conjunto), que en definitiva es una apelación a lo colectivo y a un
proceso simbolizado por la transmutación a un ser vivo que representa el cambio
y la libertad a raíz de su vuelo y luminosidad.
El disco se completa con “Bozzolo”, “Soliloquio”, “Bajo el
mango y la siesta”, “Ysyry ñembosarái”, “Bohemias asuncenas”, “Romanza di un
sole”, “Poema de amor”, “Pequeña arpa de seis cuerdas”, “Ñemongueta
mborayhúre”, “Adiós Papillons” y un reprise de “Soliloquio”.
Travesía musical
En abril del 2020, en plena cuarentena por la pandemia,
Duarte lanzó a través de las plataformas digitales su tercer disco,
“Estaciones”. En este material el autor ofrece obras que fusionan el 6/8
tradicional de la música paraguaya con matices armónicos y momentos musicales
contemporáneos con un repertorio que incluye un vals venezolano y otros ritmos
populares latinoamericanos.
El autor explica sobre “Estaciones” que es la metáfora de
un anhelo que tiene como inspiración y fuente el ferrocarril, ese lugar común
del techaga’u paraguayo que resume las remembranzas del pasado y la búsqueda
constante de nuevos confines donde recomenzar todo de nuevo. A lo largo de este
viaje –agrega– se narran múltiples vivencias y se ofrecen paisajes variopintos.
El primer track, “El último tren”, fue compuesto
originalmente para un documental sobre la vida y obra de Augusto Roa Bastos.
Así, se basa en pasajes de “Hijo de hombre”, obra en la que el ferrocarril
ocupa un lugar central. Las demás estaciones de este trayecto están compuestas
por “Más allá de sus ojos”, “12 Días”, “Lago Lemán” (compuesta en homenaje a su
viaje a Suiza, donde realizó una audición en el marco de una feria sobre
cultura paraguaya), “Laila”, “May’s love” (que evoca un episodio de su aventura
en Brasil como músico itinerante), “Las tardes de mi soledad”, “Summer charm” y
“Grillos y encantos”, una obra que se destaca por su luminoso optimismo y uno
de los más reproducidos en las plataformas digitales.
Sobre sus nuevos proyectos, Duarte adelanta que además de
composiciones propias, en su próximo material quiere homenajear a algunos de
sus colegas más entrañables con arreglos para guitarra, en este caso de piezas
de los arpistas Ismael Ledesma y Cristóbal Pedersen, así como composiciones de
los guitarristas Felipe Sosa y del inglés Richard Durrant.
“Mi objetivo es rendir un homenaje a músicos que en su
momento me acompañaron en este camino y a los que siento que debo tantos
aprendizajes y ricas experiencias”, concluye.