lunes, 27 de diciembre de 2021

Guerra contra la Triple Alianza: tres sitios históricos en pleno departamento Central

Al cumplirse 153 años de la Campaña del Pikysyry, que tuvo lugar en el mes de diciembre de 1868, te propongo este recorrido de 60 km por los monumentos de las batallas de Ytororó, Avay e Itá Ybaté, además de otros tres puntos intermedios.


El monumento de la Batalla de Ytororó es el más alto del país. Foto: SNC

La Campaña del Pikysyry o Dezembrada para los brasileños se inicia el 3 de diciembre de 1868 con el desembarco de las tropas brasileñas al mando del duque de Caxias en el entonces presidio de San Antonio para intentar sorprender por la retaguardia a las fuerzas paraguayas, que se replegaron hacia Asunción luego de la caída de la fortaleza de Humaitá.

La primera parte del recorrido (plaza de San Antonio-monumento de la Batalla de Ytororó) es de 8 km. En este episodio de la guerra que tuvo como escenario la ciudad de Ypané, el 6 de diciembre de 1868, las fuerzas aliadas, compuestas por unos 12.000 hombres, chocaron contra 6.000 paraguayos. Tras ser repelidos tres veces, los invasores lograron tomar el puente haciendo valer su superioridad bélica y numérica.

Las bajas se calculan en 1.800 por el lado aliado frente a poco más de 1.100 paraguayos. Este combate fue bautizado como las “Termópilas paraguayas”, en referencia al episodio de la Segunda Guerra Médica en el que los griegos, ampliamente superados en número por los invasores persas, se atrincheraron en un estrecho paso para enfrentar al enemigo.


Casa de doña Celedonia, donde con posterioridad funcionó un puesto de policía y actualmente el Museo Histórico de Ypané.  

El monumento que conmemora esta batalla, de casi veinte metros, es el más alto del país y es visible desde la ruta Acceso Sur a la altura del desvío al Liceo Militar Acosta Ñu (km 13). La obra fue construida y terminada en 1904. El diseño estuvo a cargo de Manuel Sebated y Abelardo Cano y consiste en cuatro pilares, en cuya cima se representa a la Madre Patria custodiada por un león. En la base hay dos bustos en homenaje a Bernardino Caballero y Valois Rivarola, los máximos héroes de esta batalla. Además, en el lugar funciona un museo que cuenta con un valioso acervo e información relativa a esta batalla y a la historia de la ciudad.

La objeción de Caballero

La segunda parte del trayecto (monumento a la Batalla de Ytororó-monumento a la Batalla de Avay) es de 9,2 km. Luego de Ytororó, el general Caballero, al mando de los sobrevivientes, se dirigió rumbo a Villeta, donde por instrucciones del mariscal Francisco Solano López se instaló al pie de una colina al borde del río Avay. El 11 de diciembre se produciría un enfrentamiento en campo abierto frente a un poder de fuego muy superior, un error estratégico que ya había sido advertido por el general Caballero y que fue aprovechado por el enemigo. Unos 5.500 paraguayos al mando de Caballero se enfrentaron a 22.000 brasileños. Resultaron muertos 3.500 paraguayos y por el lado de los aliados los cómputos de las bajas varían enormemente de 300 a 4.000.

El monumento a la Batalla de Avay está ubicado detrás del cementerio de Villeta. Foto: Senatur

El monumento a esta batalla es el más nuevo y fue inaugurado en diciembre del 2018 durante el mandato de Mario Abdo Benítez en el marco de las actividades conmemorativas del Sesquicentenario de la Epopeya Nacional.

“La escultura representa una bayoneta a gran escala, sobresaliendo del suelo, evocando a la última resistencia llevada a cabo exclusivamente con armas blancas. La punta está en dirección al cielo significando el ascenso de las 3.500 almas mártires de la causa nacional”, reza la placa instalada al pie del monumento erigido detrás del cementerio de Villeta.


Nicho del Kurusu 40, en el camino a Itá Ybaté. 

Luego, camino al último punto de la expedición se cruza por los campos de Cumbarity, donde se desarrolló la última batalla de esta campaña y se encuentra el memorial conocido como Kurusu 40, donde reposan los restos de combatientes tanto aliados como paraguayos. La leyenda refiere que un sobreviviente de la contienda volvió luego de dos años del fin del conflicto y enterró 40 carretas de huesos humanos que encontró desperdigados en lo que fuera el campo de batalla en cumplimiento de una promesa que había realizado.

En la entrada de la curva donde se encuentra el desvío a Itá Ybaté en la ruta Villeta-Nueva Italia se encuentra el monumento en homenaje a Ramona Martínez, la guerrera de Lomas Valentinas, quien de acuerdo a datos aportados por Juan E. O’Leary era una adolescente sobre la cual no hay mucha información más allá de que era hija de una mulata que servía a la familia de López. Luchó el 27 de diciembre en defensa de su vida y de otras niñas; sobrevivió a la guerra y habría muerto en San Lorenzo en precarias condiciones de subsistencia.


El monumento en homenaje a Ramona Martínez, la guerrera de Lomas Valentinas, consiste en una representación genérica de una residenta.


Guerra de exterminio

La cruenta Batalla de Itá Ybaté, también conocida como Lomas Valentinas, se desarrolló entre el 21 y el 27 de diciembre de 1868. Caxias, a la cabeza de 25.000 hombres, partió de Villeta rumbo Itá Ybaté, para lo cual dividió sus fuerzas en dos columnas. En tanto, los argentinos, unos 10.500 hombres a las órdenes del general Juan Andrés Gelly y Obes, se movilizó hasta Palmas, no lejos del arroyo Pikysyry.

Algunas crónicas refieren que el Ejército paraguayo estaba conformado mayoritariamente por mujeres, niños y convalecientes del Hospital de Sangre.

Sobre este enfrentamiento, el general Martin McMahon, embajador de los Estados Unidos en nuestro país y que fue testigo presencial de los hechos, escribió: “Seis mil heridos, hombres y chiquillos, llegaron a ese campo de batalla el 21 de diciembre y lucharon como ningún otro pueblo ha luchado jamás por preservar a su país de la invasión y la conquista... otros han fugado (hacia su propio ejército) de las pocilgas que utilizaban los invasores como prisión... el cuartel paraguayo comenzó a llenarse de heridos incapacitados positivamente para seguir la lucha. Niños de tiernos años arrastrándose, las piernas desechas a pedazos con horribles heridas de balas. No lloraban ni gemían, ni imploraban auxilios médicos. Cuando sentían el contacto de la mano misericordiosa de la muerte, se echaban al suelo para morir en silencio”.


Con la batalla de Itá Ybaté finaliza la corta pero sangrienta Campaña del Pikysyry. Foto: SNC   

La mayoría de los observadores coincide en que llegado a este punto la conflagración debía haber finalizado, pero muy sospechosamente el general brasileño Caxias dejó escapar a López en una maniobra que muchos atribuyen a la intención de prolongar una guerra de exterminio.

El obelisco que conmemora esta batalla fue inaugurado el 30 de abril de 1944 en un acto que contó con la presencia del entonces presidente Higinio Morínigo. En el lugar, que se encuentra a 13,2 km de Avay, también hay un acceso que dirige a las trincheras, pero al cual solo se puede acceder con un guía.

Este es el tour propuesto por escenarios ubicados en pleno departamento Central, cuya rica historia está abierta y disponible a apenas unas pocas decenas de kilómetros para quienes habitan la zona más populosa del país.


El itinerario ida y vuelta desde la plaza de San Antonio es de 60 km. Por un pinchazo me vi obligado a hacer un cambio durante el trayecto de regreso de Villeta, lo cual sumó 5 km al recorrido. 

jueves, 16 de diciembre de 2021

“Veinticinco”, la historia de una huida y un brutal reencuentro con la realidad

La obra teatral podrá ser vista nuevamente este jueves 16 y viernes 17 de diciembre, a las 19:00 h, en el Instituto Cultural Paraguayo-Alemán. La entrada es libre y gratuita.

 

Foto: Aldo Valdez

El polifacético director Julio de Torres nos propone en esta ocasión un drama de sensaciones encontradas, vacilaciones, espejismos, angustia y placer. Todo esto en una puesta que tiene como protagonistas a dos personajes –encarnados por Juan Reyes y Julio Petrovich– que comparten una habitación, conversaciones de filosofía, tedio, sufrimiento y también, por supuesto, los infaltables momentos de felicidad que no pueden faltar ni en las vidas más sombrías.

Sin embargo, esta presencia resulta también muchas veces agobiante. Ese minúsculo mundo no permite esos necesarios momentos de soledad para reencontrarse con uno mismo, sentir el alivio de no ser observado, lo cual muchas veces puede llegar a transmitir la agradable sensación de que podemos dejar de existir en una suerte de solipsismo de los demás en que nuestra vida puede esfumarse si logramos no habitar en el pensamiento del otro.

El hilo de las acciones transcurre mediante indicios y fugas de tiempo que nos retratan unos personajes que están sumergidos en un mundo de ensueño, negando la realidad, sustrayéndose de su verdadera condición en el mundo. Pero esta ficción no debe ser entendida en sentido peyorativo, sino todo lo contrario. Ese mundo de la ficción se presenta sublime simbolizado sobre todo por la bella música, en cuyo papel se tiene la participación especial de Mónica Airaldi, quien presta su canto interpretando una pieza original compuesta especialmente para la obra por el compositor Juan Pablo González.

Por otro lado, esta ficción no se restringe al mero goce de los sentidos a través del arte, sino que también reviste un profundo sentido humano y antropológico. Esto desde el momento en que la humanidad, en su proceso de lucha por la sobrevivencia, ha recurrido a muy eficaces representaciones mentales para unirse y cooperar en torno a la concreción de objetivos comunes.

Imaginen lo eficaz que ha resultado la idea del paraíso cristiano en la construcción de la civilización occidental, que ha colonizado casi todo el planeta, al punto de que sin ella no sería posible entender muchos de sus aspectos. Sin embargo, no hay una sola prueba empírica que pruebe su existencia. Por tanto, no se trata de meras figuraciones sin sentido, sino mentiras necesarias y, sobre todo, útiles.

Y en este contexto no puede faltar la autoinculpación. El clímax del efecto dramático llega de gran manera ante la sospecha previa de que algo no calza. En efecto, los propios personajes se delatan a sí mismos en muchos pasajes instalando una permanente aprensión. Además, discursivamente resulta manifiesto el desfase entre el registro lingüístico, el “argot marginal”, con los temas tratados, que versan fundamentalmente sobre filosofía. Como materialización de esta dicotomía se presenta un risible juego de preguntas y respuestas con descargas eléctricas a manera de castigo.

El mismo nombre, “Veinticinco”, plantea un acertijo que no se resuelve sino hasta el final de la obra. Solo entonces se revela el significado de esa enigmática cifra que encarna el poder punitivo de la sociedad que siempre amenaza al individuo. 

Ficha técnica




Dramaturgia y dirección: Julio de Torres.

Actúan: Julio Petrovich en el papel de Ernesto y Juan Reyes en el papel de Guillermo. Participación especial de Mónica Airaldi en el papel de la música.

Asistencia escénica: Aldo Valdez.

Visualización: Carlo Spatuzza.

Musicalización original: Juan Pablo González Sander.

Luces: Santiago Schaerer.

Teatro del Errante es un proyecto emergente pluriestilístico y pluricultural que pretende, en el campo escénico, lograr la activación multidisciplinaria (música, danza, teatro, ópera), enfatizando la creación en diferentes ámbitos (escénico, dramatúrgico, musical, coreográfico, entre otros).