jueves, 18 de diciembre de 2025

Comentario excusatorio del editor

Prólogo al libro “El conjuro payaguá y otros relatos futboleros” de Augusto dos Santos, que se lanza hoy jueves 18 de diciembre, a las 19:30, en el local de Ojoavizor (25 de Mayo casi Radiooperadores del Chaco).

 


Temo que mi debut como editor de proceso literario pueda ser como el de Murtinho, la hilarante historia de un jugador brasileño que fue reclutado por el alicaído cuadro de Fomento Sur, pero el único trofeo que alzó fue una bandeja de milanesas en su cena de recepción. Sin embargo, la propuesta de Augusto de corregir el texto e incluso tener intervención sobre el fondo de las historias era un desafío que no podía rehuir.

Los nombres son ficticios, pero muy bien podrían ser reales. Los escenarios transcurren entre canchas de arena, estadios, el ubicuo básquetbol, puertos, casas coloniales, la cómodamente adormecida Pilar, los clichés, etc.

La narrativa de Augusto transcurre en un lenguaje híbrido que mezcla el español castizo (aunque parezca un oxímoron), el jopara y el lunfardo, que en gran manera tiene que ver con la condición de pueblo limítrofe de la capital del Ñeembucú, que por mucho tiempo estuvo (¿está?) más vinculado a su vecino transfronterizo del sur que al resto del país.

Tras una larga discusión, también se decidió incluir temas no futboleros como un ataque guerrillero en plena capital y la divertida conversión de un fanático conservador que fue víctima de bullying en su niñez a raíz de su sonoro apellido.

Tampoco faltan los temas que siempre preocuparon y ocuparon a la literatura: el amor, la vida y la muerte. Augusto tampoco se priva de mofarse de los temas por los que los paraguayos podrían enemistarse irreconciliablemente: por asuntos relativos a clubes, por la política y por la religión.

El cuento central gira en torno a la contratación de Messi por parte de un popular club paraguayo que está decidido a ganar su primera Libertadores en la campaña 2030, pero antes debe conjurar una poderosa maldición.

El fútbol también se mezcla con metáforas jocosas para tratar temas tabú como las orientaciones sexuales diversas, que muchas veces obligan al destierro frente a la censura de una sociedad que declama la defensa de los valores tradicionales como excusa para dar rienda suelta a su intolerancia.

Todo parece encarado en joda, pero el trasfondo nunca lo es. De hecho, la literatura siempre fue considerada una cosa seria y peligrosa por los poderosos.

No podían faltar los héroes deportivos pilarenses como el futbolista Roberto Cabañas y Lorenzo Prieto, el legendario ciclista que es objeto de una pesada broma de parte de unos muchachos que posteriormente sufren una “venganza divina”.

Quiero terminar esta breve reseña con uno de mis relatos preferidos, el del poeta Herculano y su vana cruzada de adecentar los cánticos de barras bravas. Detrás de un episodio de aparente inocencia, se plantea acaso una metáfora sobre la inutilidad de intentar reformar la sociedad. Pues, como bien reza uno de los versos más cantados de Antonio Machado, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.