lunes, 18 de julio de 2011

El Nuevo Cinema Paradiso




Mucha gente se quedó afuera, sin una butaca en el cine. Alfredo mira a Toto. Le muestra un truco. Desvía ligeramente el cristal del proyector hasta que las imágenes de la película se dibujan en una de las paredes que rodean la plaza, donde se encuentra la gente que no tiene cabida en la fiesta. La pobreza no es sino riqueza mal distribuida, diría Osvaldo Bayer. De pronto se genera una chispa y empieza a arder la cabina del Cinema Paradiso. La metáfora de Prometeo, quien llevó el conocimiento al pueblo arrebatando a los dioses las llamas del fuego del Olimpo y por ello fue castigado con toda la ira del discurso único, encadenado a una roca donde un águila le comía el hígado. El poder no admite otras narrativas más que las suyas. Alfredo se quedó ciego, pero llegó a darle la llama a Toto.
La película del director italiano Giuseppe Tornatore, al menos tal como yo la viví, es una alegoría de la democratización del conocimiento y las artes y, sobre todo, un emotivo homenaje al cine, que se resiste a sucumbir ante las TV plasma y las proyecciones parafernálicas en 3D. Siempre habrá alguien que prefiera la pequeña sala a ver criaturas verdes a través de unas gafas en los hipersalones de los shoppings centers.
Nuevo Cinema Paradiso le llamo, en homenaje a este filme, a un encuentro en mi barrio que empezó el domingo pasado y pretende extenderse por muchos más, en el que convocamos a la gente que normalmente no tiene otra opción que la que le impone la dictadura  del capitalismo mediático. Iniciamos el ciclo justamente con el Cinema Paradiso en el local de la Asociación Comunitaria del barrio Gloria María, Villa Elisa,  sobre la calle Haití casi Jamaica.
Fue más que una simple reunión para ver una película, si ello acaso de por sí no constituyera un avance importante. Considero que, como Alfredo, contribuimos al proceso de democratización y redistribución del capital simbólico convencidos de que los sectores populares tienen la urgencia impostergable de disponer de, y a nosotros nos toca la obligación de brindar, un flujo comunicacional más plural que ofrezca otros universos discursivos además de los proporcionados por los multimedios monopólicos, su industria de la distracción, sus superhéroes de metal herrumbrado y su feria de entretenimiento, donde se trafica esencialmente basura.  Invitamos a todos los que creen, y por supuesto a los que no también, que una democracia con estos niveles de inequidad y marginación es impracticable a que se acerquen todos los domingos a las 11:00 de la mañana en el Nuevo Cinema Paradiso.

3 comentarios:

Milena dijo...

qué lindo e importante.

Adrico dijo...

¿Mérito o vocación?, ¿hobbie o compromiso?, ¿vocación o convencimiento?. Muchas veces cuando nos parece "interesante" una actividad, cuando se nos hace "trascendente" una acción, tendemos a congratular a su hacedor sin mayores miramientos, algunas veces tan frívolamente como aquel que felicita a alguien por un aniversario (así sea un ser querido), casi como empujados por la fuerza de los ritos tradicionales que la cultura dominante nos impone. Sin embargo, iniciativas como esta, es algo más que eso, es mucho más. Tiene que ver con las convicciones, que en un vuelco dialéctico de la causalidad, revierte las tendencias y transforma los esquemas mentales, de él mismo, del de sus beneficiaros y del nuestro, donde dicho pensamiento de resultado de la objetividad, pasa a convertirse en generador de otra distinta, así sea para una transformación pequeña de la realidad, como un modesto puño de arena recuperado para una contaminada playa. De lo que se trata es de dejar huella y no permitirse ser corroídos por los desechos tóxicos traídos por la marea negra de la “suciedad”. Por eso no me extraña lo de Paulo (diría “Paulfredo” en este momento). No es de extrañar que aquello que para cualquier advenedizo, atontado por sus valores monetizados, le resulte irracional el volcar el reconocimiento material de su esfuerzo intelectual en infraestructura de contenido social, para él sea una suerte de “devolución de favores” de retornar a la sociedad aquella sapiencia y riqueza de contenido que le supo dar (por más que su propia vocación no sea más que fruto de su solitario empeño de cultivar esos conocimientos). Por lo mismo no me parece que esté mal felicitarlo por esta empresa, pero entiendo más oportuno instarlo a seguir, obviamente acompañarlo, inclusive debatir sobre el “qué hacer” para que esta obra que hoy se emprende tenga continuidad en el tiempo y un resultado práctico alentador. En síntesis, y contestando las preguntas del inicio, es la distancia entre ser intelectual “orgánico” o “comprometido”; es el abismo entre una mera profesión o pasatiempo y la militancia, que se hace carne como praxis transformadora. Entonces, el retorno más meritorio que puede tener alguien así, es estar allí los domingos a las 11:00, aunque llueva a cantaros, como la primera vez, para ver salir el sol, para la situación, desde un proyector más democrático y que emita más del hermoso “séptimo arte” que de la “industria de cine” basura.

Paulo César López dijo...

Me siento como ante aquella escena de Hombre mirando al sudeste en que el protagonista se levanta de entre el público y se pone a dirigir la orquesta que está interpretando el Himno a la Alegría. Diría que se trata fundamentalmente de honrar la Vida, así en mayúsculas. Y más allá de los ideales, las convicciones –importantes siempre como fundamento simbólico de nuestras acciones– creo que existe el hecho objetivo de la deuda y obligación de quienes estudiamos en universidades públicas de retornar esa inversión al pueblo. Tenemos una universidad no solo disociada del pueblo, sino de la realidad misma. Y empezamos con el cine, pero la idea es ir diversificando la difusión, ya sea de la literatura, la teoría, etc. Y siempre esperando por supuesto que se sumen otros disconformes como nosotros.