lunes, 3 de agosto de 2020

De cuando al Führer le pintaron la cara en las Olimpiadas de Berlín

A 84 años de las cuatro medallas de oro conquistadas por el afroamericano Jesse Owens en las competencias organizadas por el régimen nazi. La recreación de los hechos en la biopic "Race".

El récord de medallas olímpicas obtenido por Owens no fue superado hasta ahora y solo fue igualado en 1984 por su compatriota Carl Lewis.


Por estas fechas debíamos encontrarnos en pleno desarrollo de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que tuvieron que ser postergados hasta el próximo año a raíz de la pandemia del coronavirus.

Por ello, quiero valerme de la suspensión de las competencias como excusa para hablarles de la película “Race” (2016) y del contexto de los hechos recreados en este filme, que narra una de las más grandes hazañas del deporte de todos los tiempos: las cuatro medallas de oro ganadas por Jesse Owens en las Olimpiadas de Berlín en agosto de 1936, una marca que solo sería igualada casi 50 años después en Los Angeles 1984 por su compatriota Carl Lewis.

El atleta norteamericano –de raza negra, vale subrayarlo– se impuso en las modalidades de 100 metros, 200 metros, salto de longitud y carrera de relevos de 4x100 metros (fue el primer corredor), logrando tres récords mundiales y olímpicos.




Decíamos que era negro y que habría que subrayarlo, pues esos Juegos fueron organizados por el régimen nazi, que utilizó el evento para desplegar un enorme aparato de propaganda supremacista. Owens resultó un tremendo aguafiestas en aquel tenso período –apenas tres años antes de la Segunda Guerra Mundial– al punto de que es el principal ícono de aquellas competiciones. Esto a pesar de que Alemania terminó encabezando el medallero con 89 preseas (33 de oro, 26 de plata y 30 de bronce) frente al segundo, Estados Unidos, con 56 medallas (24 de oro, 20 de plata y 12 de bronce).

Además de la puesta en escena, la injerencia política del nazismo en el campo deportivo alcanzó ribetes de trampa. Especialmente controvertido fue el partido de fútbol en cuartos de final entre Austria, país donde nació Hitler, y Perú. Disputado el 8 de agosto, el encuentro terminó con marcador final en tiempo extra de 4-2 a favor del equipo latinoamericano, que logró imponerse en el alargue a pesar de la invalidación de tres goles.

Sin embargo, el partido fue anulado por supuesta invasión del campo de juego de parte de los aficionados sudamericanos –cuando la inmensa mayoría de los presentes, si no todos, eran austriacos–, por lo que el derbi fue reprogramado. El equipo peruano se retiró en forma de protesta, por lo que la clasificación fue para la escuadra europea.

El boicot

Tras la llegada al poder de los nazis en 1933, hubo varias propuestas para retirarle la sede a Alemania, otorgada en 1931 durante la República de Weimar, así como sucesivos proyectos de boicot, incluyendo en los Estados Unidos. Esto al principio puso en duda la presencia de Owens, quien fue presionado por la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por su sigla en inglés) con el argumento de no legitimar con su presencia al régimen del Tercer Reich.

Según el relato de sus hijas, el atleta decidió finalmente participar debido a que, en pleno periodo de la Gran Depresión, las oportunidades para los negros eran aún más escasas en un escenario ya de por sí complicado por la inveterada cuestión racial. De esta manera, decidió hacerlo con la esperanza de poder consolidar su carrera como deportista a fin de poder hacerse de un mejor pasar junto con su familia en las duras condiciones que debía soportar en su país a raíz de la discriminación.

En tanto, intentando aplacar el movimiento de boicot, Alemania bajó la intensidad de la persecución a los judíos e incluso la delegación olímpica germana estuvo integrada por una espadachina de origen semita, Helene Mayer, quien se alzaría con una medalla de plata en aquellas justas.

La mirada del cine

Algunos de los pasajes más significativos de estos hechos aparecen retratados de manera muy atractiva en la biopic “Race”. Bajo el título de “El triunfo del espíritu” para Latinoamérica, el nombre original es un juego polisémico entre la doble acepción de raza y carrera que encierra la palabra. Dirigida por Stephen Hopkins y escrita por Joe Shrapnel y Anna Waterhouse, esta coproducción canadiense-franco-germana está protagonizada por Stephan James en el papel de Owens (conocido ya por haber encarnado al recientemente fallecido político y activista por los derechos civiles John Lewis en “Selma”, una película del 2014 sobre las marchas por el derecho al voto encabezadas por Martin Luther King). Entre los coprotagonistas se destaca por su actuación Jason Sudeikis, tradicionalmente muy vinculado a las comedias livianas, pero que tiene un estreno dramático brillante en el rol del entrenador Larry Snyder.




Entre tanto, un lugar enigmático es el que le toca a Leni Riefenstahl (interpretada por Carice van Houten), quien fue la designada por el régimen nazi para llevar el registro fílmico de aquel evento. Según podemos ver en “Race”, ante las sucesivas victorias del atleta negro, el jefe de la propaganda nazi, Joseph Goebbels, ordena que las grabaciones se interrumpan, a lo Riefenstahl se niega y prosigue con su tarea hasta el final.

Respecto a la cineasta alemana se sabe que su documental sobre los juegos se estrenó bajo el nombre de "Olympia" en 1938. Hay datos contradictorios sobre el financiamiento, puesto que algunas fuentes afirman que corrió por cuenta del Ministerio de Propaganda, en tanto que otras señalan que el encargo fue realizado por el propio Comité Olímpico Internacional.

Considerada como una de las mejores 100 películas de todos los tiempos por la revista Time, además del registro documental de las competiciones en distintas disciplinas, incluye encenas de vanguardia para la época con imágenes de la Antigua Grecia con una mezcla de profundo simbolismo y desnudos.

Además de la impactante carrera deportiva de Owens, la cinta también se ocupa de aspectos más íntimos de su vida intentando abarcar en la mayor dimensión posible esa compleja, extraordinaria y contradictoria personalidad, que según sus críticos no supo entender la tarea histórica que le tocó cumplir. Mucho se le ha recriminado, por ejemplo, el reproche a sus colegas Tommie Smith y John Carlos por haber hecho en el podio de las Olimpiadas de México 1968 el saludo del poder negro (el brazo levantado con el puño cerrado), aunque años después revirtió su posición.

Escena de la película “Race”.

Los orígenes de “La bala”

Nacido en los campos de algodón de Alabama en 1913, James Cleveland Owens se instaló siendo aún niño junto con su familia en Ohio huyendo de la segregación del sur. El ambiente hostil en el que creció a raíz de su condición racial habrá resultado fecundo para forjar ese carácter que supo extraer de la adversidad sus mayores lecciones y logros.

Conocido como “La bala”, Owens empezó a ganar notoriedad en el atletismo como estudiante de la Universidad Estatal de Ohio en las competiciones de la National Collegiate Athletic Association (NCAA) logrando ocho títulos entre 1935 y 1936. No obstante ello, junto con otros colegas afroamericanos, debía alojarse fuera del campus debido al segregacionismo. Además, a pesar de sus extraordinarias condiciones para el deporte, nunca recibió una beca y tuvo que trabajar en un taller de calzado, entre otras labores, para costear sus estudios. Entrenaba antes de las clases y trabajaba luego de ellas.

La proeza

Han pasado 84 años de aquel 3 de agosto de 1936, cuando ganó su primera medalla de oro en los 100 metros. Sin embargo, la película se enfoca más en la medalla obtenida el 4 de agosto en salto de longitud con una marca de 8,6 metros. El atleta alemán Carl Long le ayudó (en el film le marca con una toalla el lugar donde debía saltar) para no ser descalificado. Empero, algunos autores sostienen que esta historia es apócrifa bajo el argumento de que un atleta de élite debería saber bien por sí mismo en lugar exacto donde saltar. Luego de finalizada la prueba, ambos se pasan la mano y se abrazan para saludar al público.

Se podrían fundir todas las medallas y copas que gané, y no valdrían nada frente a la amistad de 24 quilates que hice con Luz Long en aquel momento”, declaró Owens tiempo después cuando, finalizada la guerra, viajó a Alemania para conocer a la familia de su amigo, quien falleció en combate durante la invasión aliada a Sicilia en 1943.

Sobre su amistad con Long, Owens llegó a decir: “Se podrían fundir todas las medallas y copas que gané, y no valdrían nada frente a la amistad de 24 quilates que hice con Luz Long en aquel momento”.

El "desplante"

Un momento central de la película es la escena en la que Hitler, con rostro adusto, se retira del estadio con el supuesto fin de evitar saludar a Owens. Sin embargo, varios biógrafos del atleta sostienen que este aseguraba que Hitler le había saludado y que incluso exhibía una foto que registró ese momento. Se cuenta que Owens había hecho varios esfuerzos para cambiar –sin éxito– la versión oficial de lo ocurrido, que él consideraba incorrecta.

En declaraciones a The Pittsburgh Press el 24 de agosto de 1936, Owens afirmó: “Hitler tenía controlado su tiempo tanto para llegar al estadio como para marcharse. Sucedió que debía irse antes de la entrega de medallas de los 100 metros. Pero antes de que se fuera yo me dirigí a una transmisión televisiva y pasé cerca de él. Él me saludó y yo le correspondí. Creo que es de mal gusto criticarle si no estás enterado de lo que realmente pasó”.

En cambio, el corredor sí se quejó de que el entonces presidente de EEUU, Franklin Delano Roosevelt, un líder tenido por “progresista”, nunca le cursó una invitación a la Casa Blanca y ni siquiera le envió un mensaje de felicitación, tal como era costumbre hacerlo con los atletas que ganaban medallas olímpicas.

Según cuentan los analistas de la época, el motivo habría sido que Roosevelt se encontraba en plena campaña por la reelección y no quería ganarse la contrariedad de los votantes del sur. A más de ello, en una recepción en su honor realizada en un hotel neoyorquino no se le permitió ingresar por la puerta principal, por lo que tuvo que utilizar el ascensor de servicio.

Aquel talento extraordinario tuvo un fin prematuro en el atletismo, puesto que tuvo que retirarse a los 23 años. Por aquella época el amateurismo era un requisito para los atletas olímpicos. Después de su presentación en Berlín fue utilizado por el presidente del Comité Olímpico de Estados Unidos, Avery Brundage, como un objeto de exhibición hasta que, cansado, abandonó la gira y retornó a su país.

A raíz de ello le retiraron el estatus de amateur, por lo que su carrera deportiva llegó a su fin y sobrevivió dando charlas motivacionales, haciendo exhibiciones en las que corría contra caballos, entre otras actividades, hasta que el 31 de marzo de 1980 un cáncer de pulmón a consecuencia del tabaquismo le costó la vida a los 66 años.

Dicen que fue un héroe contra su voluntad y que no pudo rendir tributo a su propio legado. En cambio, su vida y obra siguen siendo una inspiración para quienes, en el mundo deportivo o fuera de él, intentan forjar su propio destino en un camino no exento de obstáculos, caídas y decepciones, pero al mismo tiempo pleno de victorias y logros inimaginables.

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