sábado, 24 de julio de 2021

Parto de emergencia

Durante una quieta y lluviosa noche de guardia en el hospital, una enfermera recibió en su puesto a una mujer en avanzado estado de gravidez. Había algo inusual en aquella paciente.

 

Foto: Haunted hospitals

Llegó empapada al hospital y tras cambiarse se hizo un té para calentarse un poco. La compañera del turno anterior se marchó y el médico de guardia fue a darse un descanso. Terminó su primer recorrido. Se hizo otro té y se lo tomó en su puesto. Luego hizo la ronda de las diez, cambió unos sueros, administró unas medicaciones y fue nuevamente a sentarse en la guardia para aguardar si se presentaba algún caso de urgencia.

Los minutos parecían horas en aquella tranquila y lluviosa noche de sábado. Los pacientes internados dormían apaciblemente, no había ningún nuevo ingreso y hasta le pareció que ella era la única persona despierta en toda la villa, ya que afuera no se escuchaba nada más que la borrasca.

Ya era medianoche, paró la tormenta, pero seguía cayendo mucha agua. El temporal había refugiado a toda la ciudad al interior de sus casas; no hubo ningún contuso herido en alguna riña o de esos motociclistas accidentados que nunca faltan los fines de semana. Cada tanto se escuchaba a lo lejos algún carro de bomberos.

-Será algún árbol caído o cables sueltos. Solo eso y nada más –se dijo a sí misma como si su pensamiento pudiera conjurar la amenaza de una tragedia.

Sintió muy secos los ojos y los cerró un momento para descansar. Hizo un leve cabeceo somnoliento e instantes después se reincorporó con cierto sobresalto. Se había quedado profundamente dormida por unos breves segundos. Hubo un pestañeo de luz y luego escuchó que se activó el motor del generador, por lo que dedujo que hubo un corte de electricidad.

Miró el reloj y vio que eran apenas las 00:05. De pronto advirtió a una mujer embarazada que ya estaba cerca de dar a luz parada frente al escritorio del puesto de guardia. A pesar del largo espacio que la separaba de la entrada principal, en ningún momento advirtió cuando la mujer pasó a través de la puerta de blindex a pesar de que desde su lugar tenía una amplia vista hasta las escaleras.

-Buenas noches –saludó serenamente la mujer encinta sin dar ninguna muestra visible de dolor, aunque tenía el rostro tan pálido que le extrañó que pudiera mantenerse aún de pie.

-Buenas noches, señora, cómo se siente –preguntó la enfermera.

-Creo que ya voy a tener a mi bebé –le respondió.

-Siéntese ahí, voy a registrar sus datos y luego voy a traer una silla de ruedas para llevarla a la sala de partos –le indicó la enfermera. Fue rápidamente a avisar al doctor y trajo la silla para trasladar a la paciente.

Sin embargo, cuando terminó de atravesar el pasillo y llegó nuevamente al puesto de guardia, la mujer ya no estaba. Con paso apresurado fue hasta la puerta de salida y dirigió la mirada hacia todos lados buscándola, pero afuera todo estaba a oscuras y no alcanzaba a distinguir ninguna forma más allá de unos pocos metros.

-¿Viste a alguna mujer embarazada salir hace un momento? –le preguntó la enfermera al guardia.

-No, nadie entró ni salió por este acceso hace ya un buen rato –respondió el vigilante.

Antes de volver a entrar, la enfermera escudriñó hacia ambos lados de la calle como intentando perforar la negrura, pero todo estaba desierto. No se escuchaba otro sonido más que el de las gruesas gotas de lluvia que se estrellaban contra el asfalto y destellaban bajo la luz intermitente de los relámpagos.

2 comentarios:

Elsa María Ríos dijo...

Son fascinantes los relatos de hospitales. Me encanta !

Paulo César López dijo...

Muchas gracias, Elsa. Realmente tienen una cierta energía, especialmente durante las noches.