La
primera victoria en la Libertadores al fin llegó y las inquietudes
que dejó el primer partido quedaron parcialmente disipadas. No
obstante, la fiesta se desarrolló a medias, pues la epidemia del
coronavirus le privó al equipo de Olimpia, inicialmente por un
período de dos semanas, de contar con el aliento de su público, que
se preparó a lo grande este año para apoyar en todos los niveles a
fin de que el sueño de lograr la cuarta Libertadores pueda hacerse
realidad.
Sin
duda el plantel sufrió una gran baja al tener que jugar con las
gradas vacías. Esto con seguridad tuvo una incidencia importante en
el ritmo cansino que se sintió durante casi todo el primer tiempo,
con un Defensa y Justicia que se impuso como dominador del trance.
Las pocas proyecciones por las bandas que ensayó el equipo franjeado
no pudieron ser concretadas o fueron bien cortadas por la defensa del
equipo argentino.
Roque
tuvo que retirarse tempranamente, con lo que perdimos una carta
ofensiva importante que, más allá de cómo esté jugando o cuánto
esté apareciendo, siempre puede aportar su cuota de gol en el
momento más imprevisto.
A
lo largo de casi todo el primer tiempo se percibió la falta de
presión ofensiva y en numerosas ocasiones se retrasó la pelota
hasta Aguilar, una fórmula que ya genera ansiedad en el hincha
olimpista. Además, la línea defensiva se mostró permeable al punto
de que las situaciones más claras fueron para el visitante, aunque
Aguilar respondió bien las veces que fue exigido.
En
el segundo tiempo se vio cierta mejora y mayor dinamismo, logrando
importantes conexiones como aquella en la que Néstor Camacho
habilitó a Derlis González, quien quedó mano a mano con el
arquero, definió muy arriba, pero ya el línea había marcado
offside. A los 59 minutos un excelente servicio de córner de Camacho
fue conectado de cabeza por Rolón, quien colocó en el palo más
lejano del arquero, que a pesar de la estirada estuvo lejos de poder
llegar. Por la misma vía llegó el segundo a los 80 minutos.
Montenegro, tras escapar hábilmente de sus marcadores, conectó de
cabeza el córner ejecutado por Silva dando un gran respiro al
equipo. Los goles llegaron a través de un recurso siempre importante
y efectivo para los equipos paraguayos. Cuando las cosas no salen o
los toques no llegan a ningún lugar es un recurso para nada
desdeñable.
González
intentó mucho y en la medida en que vaya ordenando sus ideas y su
juego su aporte puede resultar fundamental para el equipo. Por otra
parte, esperemos que Adebayor haya sido algo más que un golpe de
marketing y que tras los dos partidos de suspensión pueda ir
encontrando su juego en el campeonato local para volver y poder
aportar más, pues además de algunos tímidos atisbos se hizo
expulsar innecesariamente yendo a disputar de manera imprudente una
pelota en ataque que no revestía mayor importancia. Lo trajimos para
ganar la Libertadores y se hizo expulsar en el primer partido que
tuvo de titular.
A
los 91 vino el descuento del equipo argentino para dar el toque de
incertidumbre.
Al
final se ganó y es lo importante. Si se dio con comodidad o se jugó
bien son aspectos más bien secundarios. La prueba de fuego de esta
fase de grupos es el próximo 17 de marzo, cuando deberemos visitar
al Santos de Brasil. Sumar de visitante será fundamental para ir
perfilando al equipo en la lucha por los primeros puestos de esta
Copa. No será fácil, por supuesto, pero los grandes logros y
triunfos siempre los hemos obtenido sufriendo y poniendo garra por
sobre todas las cosas. La entrega es algo que siempre se espera del
equipo. Lo demás vendrá por añadidura.
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