miércoles, 25 de marzo de 2020

Temporada de coronavirus


Reflexiones sobre el Olimpia en tiempos de la pandemia. Pero primero una pequeña sugerencia para soportar el tiempo de cuarentena en la casa. 

Foto: @elClubOlimpia

Pocas veces los desastres naturales o las epidemias se habrán conjugado de una manera tan idílica con el deporte para hacer posible una poética de la vida en clave cinematográfica de la talla de “Temporada de huracanes” (2010). Dirigida por Tim Story, el filme narra la gesta heroica de un equipo de basketball de un colegio secundario de New Orleans luego del huracán Katrina en el 2005.

A mi parecer, una de las mejores escenas de la película es la de cuando el coach, personificado por un siempre genial Forest Whitaker, se encuentra con uno de sus pupilos tras el paso del huracán. JJ está lanzando nerviosamente la pelota contra un tablero sin aro desde una invisible línea de libres en medio de un gimnasio anegado y en ruinas.

Luego de que el entrenador le pregunta cómo se encuentra, el jugador solo atina a retrucar sobre a qué hora sería la práctica del día siguiente, puesto que la temporada está a una semana de iniciarse. JJ lo perdió todo e incluso así, o tal vez por ello mismo, su mente estaba puesta solo en el objetivo de que su equipo llegue bien al torneo cuando en realidad las cosas daban más bien para pensar que todo estaba perdido, no solo la competencia. En medio de tanta desolación y sufrimiento, este equipo que supo consagrarse campeón estatal en la temporada 2005-2006 nos brinda una emotiva lección de persistencia y entereza.


 


Ahora bien, no quiero privar a los eventuales lectores de este comentario de que transiten por ellos mismos a través de esta belleza de película, por lo que pasaré a ocuparme directamente del asunto que motiva estas líneas: la temporada 2020 del Olimpia, que está suspendida actualmente por la pandemia de coronavirus.

Esta prolongada pausa puede servir para la reflexión e incluso para mejorar nuestras posibilidades de éxito. Hay que estar preparados además para un largo parate debido a la llegada del invierno al Hemisferio Sur. Aún no sabemos qué escenario puede depararnos la pandemia. Pero a no desanimarse.

El año empezó con mucha ilusión y entusiasmo. Llegamos como tetracampeones del fútbol paraguayo y ansiosos por que los éxitos a nivel local puedan replicarse a nivel internacional. El profe Daniel Garnero imprimió al equipo un estilo de juego que le valió ejercer una hegemonía indiscutible en los dos últimos años.

Tras dos eliminaciones tempraneras y dolorosas en competencias internacionales, el apoyo a Garnero se mantuvo casi inconmovible para que este año se pueda hacer realidad aquello que el refrán popular promete a aquellos que han fracasado dos veces consecutivas: la tercera la vencida. (Bueno, cierto, es un cliché barato, pero me consta que más de una vez resultó ser cierto). No sabemos cómo estará Roque el próximo año, por lo que esta temporada es más que clave para lograr que uno de nuestros máximos ídolos pueda retirarse alzando la ansiada cuarta Libertadores.

En principio la propuesta de Garnero de hacer un juego distinto, salir tocando desde atrás en lugar del saque largo en busca del centro y cabeza fue muy elogiada y transmitía optimismo al prometer la combinación perfecta: buen fútbol y éxitos deportivos.

Este planteamiento le costó de entrada el puesto a Daniel Azcona, quien venía desempeñándose como un indiscutible en el arco titular, brindando seguridad y practicidad. En su lugar llegó Alfredo Aguilar, quien al tener habilidad en el juego con los pies respondía al estilo planteado de salir jugando desde el fondo. Pero los toques permanentes retrasados hasta el arquero para volver a armar parece ser una fórmula que ya no goza de la aprobación de todos.

De hecho, ya nos costó cometer errores que nos privaron de la victoria ante Delfín de Ecuador en la primera fecha. Aguilar es, sin dudas, un arquero de excelentes condiciones, pero le falta madurar en lo emocional para que los nervios no le jueguen una mala pasada. En eso podría enfocarse en este tiempo a fin de ganar más confianza en sí mismo y en su gran potencial, que lo tiene y mucho.

Por su parte, en la segunda fecha la nota positiva la dio Carlos Rolón, quien entró en lugar de José Leguizamón y, además de hacer bien sus tareas, aportó con un gol. En mi opinión es un cambio que debería ser definitivo. En tanto, Sergio Otálvaro es siempre importante con sus proyecciones por los costados aportando en la ofensiva, por lo que es más que necesario alguien con solvencia y seguridad para cubrirle las espaldas mientras regresa.

Antolín Alcaraz es algo lento para ello, pero no obstante esto marca presencia y seguridad, aunque le han ganado un par de veces pelotas claves por arriba, que es donde se espera su mayor aporte. Miguel Samudio es rápido y marca bien. Por otro lado, esperamos que Diego Polenta pueda tener la confianza del técnico y pronto pueda aparecer de titular, ya que cuando tuvo la oportunidad se complementó bien con Rolón, con quien comparte juventud y rapidez.

En el mediocampo Alejandro Silva no está pasando por su mejor momento, pero con mayor concentración y disciplina puede retomar su nivel. Su aporte en la segunda fecha fue fundamental brindando las asistencias para los dos goles, además de un remate que dio en el palo. A Silva lo caracteriza su buena pegada, por lo que soltándose y arriesgándose más también podrá llegar a los goles.

De su lado, la gente también está pidiendo mucho por Jorge Rojas en el medio para marcar mayor presencia en el juego con velocidad y contragolpes. Ortiz, a pesar de su buena salida, ya está lento para los partidos internacionales. Es bien sabido que el temperamento y la fuerza son las virtudes del juego de Rodrigo Rojas, pero cuando las cosas no le salen siempre termina amonestado y debe cuidar ese aspecto para no dejar al equipo con uno menos en momentos decisivos.

Nicolás Domingo, a pesar de lo poco que ha jugado aún, ya ha conquistado a muchos con su entrega en la cancha. Es un jugador serio que ha decidido respetar las medidas impuestas en el marco de la crisis sanitaria, marca bien en el medio y tiene buenos centros para buscar la cabeza de Roque Santa Cruz, nuestra máxima estrella, de quien no hay mucho que agregar. Cuando nuestro capitán está en la cancha el equipo tiene otra moral y, aunque a veces aparezca poco, en el momento menos pensado siempre está en el lugar oportuno.

En cuanto a Derlis González, nadie duda de su habilidad, talento y capacidad para generar desequilibrio, pero no debe olvidarse de que el fútbol es un juego de equipo y que obrando en consecuencia las chances son mayores. Tampoco debe dejarse turbar por factores irremediables como el arbitraje. Además, la buena noticia es que Néstor Camacho está reapareciendo luego de lo que ya parecía el fin de su ciclo en el Olimpia y puede ser una figura de gravitancia en el recambio junto con Brian Montenegro, quien afinando un poco (o más que un poco) la puntería puede llegar a ser un prolífico goleador.

Esta pausa también puede servir para recuperar a plenitud a Tabaré Viudez, quien apenas llegado se robó el corazón de la hinchada con sus remates de larga distancia. No me gustó las veces que jugó de titular, pero es un arma poderosa y de temer desde la banca.

Es difícil resumir y hablar de todos. Por el momento no sabemos qué pasará con nuestro fichaje estrella, Emmanuel Adebayor, quien en plena cuarentena se mandó mudar en contra de todas las recomendaciones.

Esto apenas comienza y según anuncian lo jodido está aún por venir. Mientras tanto, a tomar los recaudos necesarios y a disfrutar del buen cine en casa, ya que más pronto que tarde la gloriosa Franja Negra estará de regreso en las canchas.

Mis agradecimientos a dos enfermos del Olimpia, Daniel López y Roberto Ocampos, por sus valiosos aportes para la redacción de este artículo.



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